domingo, 20 de mayo de 2012

La mitad de los universitarios son becarios y no hay ayuda social»

Un año después de haber tomado posesión como el primer Defensor Universitario de la UEx, Vidal Luis Mateos Masa asegura que tiene motivos para sentirse satisfecho, aunque reconoce que además de alegría también se ha llevado en estos meses muchos disgustos y se ha ganado algún enemigo en el desarrollo de su labor.
Visiblemente satisfecho cuenta, por ejemplo, el caso de una alumna brillante que por motivos diversos se había quedado fuera del sistema de becas. Hija de una familia desestructurada en la que había malos tratos, con orden de alejamiento incluida, tenía sin embargo muy buenos resultados académicos. Acudió al Defensor buscando un aplazamiento para la matrícula que no podía pagar y Vidal Mateos «moviendo Roma con Santiago» logró que la eximieran del pago de las tasas por violencia de género.
Pero no todas las historias que han llegado a sus manos en estos más de 365 días han tenido un final feliz a su pesar y el horizonte que plantea la reforma universitaria propuesta por el Gobierno de Mariano Rajoy tampoco resulta alentadora. Un endurecimiento de las condiciones de acceso al sistema de becas y un aumento en el precio de las tasas tendrían un impacto «muy puñetero», según Mateos, en los universitarios extremeños.
«Nos salpicaría de lleno. En Extremadura el número de becados está por encima de la media nacional por nuestras condiciones socioeconómicas. La mitad de nuestros universitarios (unos 11.000), son becados», argumenta, y asegura que durante estos meses ha atendido muchos casos relacionados con becas.
En este sentido, denuncia que no entiende que la UEx carezca de un sistema paralelo que ampare a la gente que se queda fuera del sistema de ayudas que vienen del Ministerio. «No puedo comprender que no haya ninguna partida económica destinada a acción social en una sociedad como la actual, donde hay ayudas en otros muchos ámbitos», señala.
Pese a ello, Vidal Mateos se muestra optimista y piensa que precisamente porque corren tiempos difíciles, su figura sigue siendo muy necesaria. Más ahora si cabe y aunque a ellos también les ha tocado apretarse el cinturón. «No somos ningún lujo. Eso lo puedo asegurar. Solucionamos situaciones concretas y hemos contribuido a corregirlas para que no vuelvan a repetirse en el futuro», subraya.
Con un presupuesto anual de 6.000 euros y tres personas que conforman el equipo (el defensor, el adjunto y el secretario) han tramitado un total de 56 reclamaciones y han recibido 104 consultas. Pese a estar a la disposición de estudiantes, del personal docente e investigador y del de administración y servicios, la mayoría de los casos provienen del primer colectivo.
Muy concienciados de sus derechos, en la mayoría de los casos los universitarios quieren resolver cuestiones relacionadas con notas y exámenes. «Es cierto que algunos tragan carros y carretas con tal de aprobar, pero una vez que suspenden, vienen a informarse de cuáles son sus opciones y a veces logramos solucionarlo. Mi consejo es que no dejen las cosas para tan tarde, que intenten solucionarlas antes», recomienda Vidal Mateos, que apunta que hay algunos estudiantes a los que podría hacer 'socios honorarios' porque han vuelto varias veces a su oficina por causas similares.
Pero también hay otros temas mucho más complicados que -reconoce- le han enseñado a ver matices de la comunidad universitaria que desconocía. «Hay situaciones duras, muy duras. Verdaderos dramas humanos que no son fáciles de digerir ni de corregir. A veces me digo a mí mismo que mi capacidad de sorpresa nunca se va a agotar. Por mi forma de ser, lo más difícil está siendo aceptar que en este cargo existen unos límites que no puedo exceder. Y lo cierto es que me llegan historias que serían más bien competencia del Ministerio Fiscal», reconoce Vidal Mateos, que admite que en muchas ocasiones tiene que «embridarse».
Porque la realidad es que su figura se reduce a ser mediador y «conseguidor», según sus propias palabras. Y aunque puede actuar de oficio y sugerir recomendaciones para corregir un mal funcionamiento observado en algún servicio y puede elaborar propuestas de modificación de las normativas a los responsables, su función acaba ahí.
Siendo muy consciente de esas limitaciones de actuación, Vidal Mateos asegura que va a seguir haciendo todo lo posible para que la Universidad de Extremadura sea un espacio más respetuoso con los derechos de la comunidad de 30.000 personas que la integran. Ha comprado una cafetera, refrescos, caramelos sugus y hasta bombones de higo. Todo para intentar reconfortar y hacerles sentir a sus usuarios un poco más cómodos. Aún así, reconoce que muchas veces no lo consigue y cuenta que en muchas ocasiones la gente se derrumba y se le echa a llorar.
Relata el Defensor que recibe, por ejemplo, casos de acoso laboral verdaderamente preocupantes. «Son asuntos complicados porque es difícil que haya pruebas físicas evidentes. En estos casos hay muchísimo miedo a la represalia. Son estremecedores y mi papel es complicado en ellos porque lo único que puedo ofrecerles es una mediación... Y eso es duro, porque entiendo que de alguna manera es poner e la víctima y al verdugo al mismo nivel. Es muy frustrante», confiesa.

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