CONSIDERACIONES SOBRE EL ASUNTO CATALÁN Y LA PARTICIPACIÓN DE CCOO Y UGT
EN LA MANIFESTACIÓN DEL 15 DE ABRIL
A sabiendas que nuestra
preocupación principal debe ser Extremadura y sus problemas, me tomo la
libertad de hacer unos comentarios acerca del asunto catalán y la participación
de los sindicatos UGT y CCOO de Cataluña en la manifestación multitudinaria
celebrada el 15 de Abríl en Barcelona, reivindicando la democracia, la libertad
de expresión y la de los presos políticos. Me pregunto si este hecho ocasionará
un punto de inflexión en las políticas practicadas por las izquierdas y abrirá
nuevas perspectivas de alianzas políticas hacia la ruptura del régimen
monárquico.
Desde un punto de vista histórico,
el atraso económico y social de Extremadura respecto a otras partes del país, tiene
mucho que ver con el proceso que sigue el capitalismo español en su desarrollo.
La división capitalista del trabajo nos asigna unas funciones cuyos resultados
son un elevado desempleo, PIB pequeño, y en general una débil economía.
A este cuadro económico-social
contribuye de manera relevante, como señala Víctor Chamorro, el saqueo de
nuestras riquezas por unas clases dirigentes amparadas por la dictadura
franquista, y de las que forman parte los terratenientes extremeños.
La emigración como solución
política y válvula de escape a la presión social derivada de tanta miseria, permite
a sectores de la burguesía castellana, catalana y vasca una enorme acumulación
de capital y el crecimiento económico de sus respectivos territorios,
especialmente Madrid, Cataluña y el País Vasco.
Con la democracia las clases
dirigentes, afincadas en Madrid, siguieron sin interesarse por el desarrollo de
nuestra tierra; los políticos extremeños muy subordinados a sus superiores en
Madrid consiguieron pequeñas cosas, a cuentagotas, a pesar de sus idas y
venidas al centro; este paisaje se reproduce con los años.
El centralismo del PP y del PSOE nunca
ha pretendido una transformación radical de la economía extremeña; la entrada
en la UE nos permitió el acceso a ciertas infraestructuras físicas. En la
actualidad, las tasas de desempleo, el paro y la precariedad laboral son signos
de referencia de Extremadura en el plano económico nacional.
Este panorama invita a que algunos
políticos y sindicalistas ligados al PSOE muestren una enorme fruición por
enfrentarnos a Cataluña, parece que quisieran emitir la idea de que los
catalanes tienen mucha culpa de las circunstancias por las que atraviesa Extremadura.
Este pensamiento, es el políticamente correcto, sobre todo pensando en modo
electoral, y la mejor manera de entender lo extremeño, teniendo en cuenta que nuestra
formación cultural se ha construido durante muchos años a base de atiborrarnos
en la idea de España, una, grande y libre, que marcaba con mayúsculas nuestra
pertenencia a un país homogéneo e imperial en la que no era posible encontrar
diversidad alguna.
A pesar de tanta ideología nacional
católica hemos ido aprendiendo con los años, a intervalos, con silencios, con
dificultad, que en el Estado Español existen territorios con unas
características diferenciales importantes, y en los que parte de sus
poblaciones tienen sentimientos autonomistas o aspiran a la independencia.
En la actualidad, las élites de
este país siguen exhibiendo la unidad de España como la bandera de la concordia
y el progreso, y mientras tanto se siguen adueñando y expoliando las riquezas producidas
por las clases trabajadoras. Esta avaricia y ambición es la que nos llevó a una
crisis económica y en estos momentos a una crisis institucional sin precedentes,
agudizada por lo que sucede en Cataluña.
La reacción de las clases
dominantes españolas ha sido la previsible, derivadas de unas convicciones muy
fuertes por la ley, el orden y la represión sistemática. No obstante, esto es
posible porque encuentran el sostén directo o indirecto en otras fuerzas
políticas y sociales que dan por bueno o cierran los ojos ante lo que sucede
con tal de que el régimen siga siendo tan generoso y repartiendo prebendas para
ellos.
Todo lo relacionado con la
aprobación del Estatuto de Cataluña y las decisiones del Tribunal
Constitucional cercenaron las aspiraciones autonomistas de una mayoría de
catalanes e impidieron la estabilidad política de aquella sociedad. Desde
entonces, los intereses cortoplacistas de las derechas han dado lugar a una
atmosfera de rechazo a lo catalán lo que a su vez ha provocado un crecimiento
de las posiciones políticas independentistas.
Mi opinión es que lo que sucede en
Cataluña es una movilización de carácter popular, en la que participan sectores
sociales de la burguesía, pequeña burguesía y de la clase obrera; estamos ante
un movimiento republicano en toda regla que quiere la ruptura con el régimen
heredero del franquismo.
La aplicación del artículo 155 de
la Constitución Española es un instrumento con el que M. Rajoy hace y deshace a
su antojo, pero da alas al movimiento independentista y acelera la crisis del
régimen monárquico en Cataluña. Los apoyos del PSOE y Ciudadanos refuerzan y
fortalecen al nacionalismo español, el otro partido, Podemos, queda estancado
sin iniciativa alguna, fuera de juego; en definitiva, sin proyectos políticos
todos quedan subordinados al PP y como ninguno de ellos quiere perder votos en
el resto del territorio español dan por buena o aceptan calladamente la
represión policial y judicial que ordena M. Rajoy.
La seria amenaza que supone esta
conducta gubernamental para la libertad y la democracia explica que sectores políticos
y sindicales hasta ahora coincidentes con el nacionalismo español, comiencen a distanciarse.
Este desenfreno represivo es tal que considera
que cualquier movilización social o política que utilice la desobediencia civil
o realice cortes de carretera para denunciar medidas represivas y pedir
libertad para los presos políticos es un acto de terrorismo y rebelión.
Esta licencia autoritaria
político-judicial lleva a que CCOO y UGT de Cataluña hayan participado en las
manifestaciones multitudinarias del 15 de Abríl. Para el sindicalismo de clase
la libertad de expresión y opinión es básico y fundamental para defender o
pelear por derechos laborales y sociales.
No creo que los sindicatos de
Cataluña, por participar en las manifestaciones en defensa de la libertad de
expresión y en contra de la represión política, rompan la unidad de los trabajadores.
En todo caso, la unidad de los
trabajadores la rompen quienes aplican reformas laborales, y quienes facilitan la
liquidación del sistema público de pensiones, como sucedió en el año 2011 y
2013, o cuando se negocian y se firman acuerdos constitucionales para recortar
el gasto público.
La unidad de las clases
trabajadoras la rompen quienes conociendo las necesidades básicas que tienen
muchas personas y disponiendo de posibilidades legales y económicas para
combatirlas se mantienen en sus retóricas como altivos charlatanes de comedia
disfrutando de los beneficios parlamentarios y prebendas institucionales.
La unidad de las clases
trabajadoras la están rompiendo quienes consienten en silencio normativas como
la Ley Mordaza, que castiga a quienes luchan contra el paro y la precariedad, o
a quienes pelean por la renta básica o contra los desahucios de viviendas o
reclaman empleo para los parados, etc.
Me llama la atención que algunos exlíderes
políticos y sindicalistas no se vean “desenfocados” por los procesamientos que
se siguen contra jóvenes extremeños y españoles durante este mes de Abríl. En
la mayoría de los casos están siendo juzgados por reprobar el comportamiento de
quienes gobiernan ajenos a los intereses del pueblo y disfrutan de un sistema
político caduco y rancio que recurre a la represión judicial y administrativa
como baluarte para su defensa.
No creo que los jueces alemanes o
de otros países europeos hayan perdido el “enfoque” de lo que estudian porque rechacen
el delito de rebelión, y violencia, y de acuerdo a sus criterios legales pongan
en libertad a los políticos catalanes que se habían refugiado en esos países. También,
el Tribunal de Derechos Humanos de la Unión Europea viene llamando la atención de
las autoridades españolas por ciertas limitaciones democráticas y judiciales que
se cometen en nuestro país. Muchos
expertos y juristas españoles de reconocido prestigio nacional e internacional coinciden
con las decisiones judiciales europeas, insistiendo entre otras cosas en que el
aparato judicial español está muy entregado a los criterios e indicaciones del
gobierno del PP. Sin embargo, no debieran sorprendernos estas cosas cuando en
múltiples procesos de rabiosa actualidad se cambian o se nombran jueces y/o se sustituyen
tribunales. Un ejemplo, Garzón y los crímenes del franquismo, etc.