“Queremos
otra visión del mundo, la perspectiva que nos ofrecen nos ahoga, no permite
desarrollarnos, es falsa y tiene burla”. Todo está organizado para que con unos
o con otros en los sistemas de poder las cosas sigan igual y para eso necesitan
manipularnos, engañarnos, y que aceptemos las cosas como naturales.
“Necesitamos
otro modelo económico y social en donde las personas puedan vivir dignamente y
con bienestar, y la justicia sea la esencia y sustancia de los comportamientos humanos”.
Las
relaciones sociales de producción y la apropiación privada de los medios de
producción como fundamentos de la sociedad capitalista generan y reproducen una
visión del mundo en crisis continua.
Los
que detentan el poder político están empeñados en mantener este orden de modo
permanente, como si lo que existe fuera invariable y estuviera marcado a sangre
y fuego para el resto de los tiempos; nos dicen que las limitaciones materiales
hacen imposible tomar medidas radicales contra el desempleo o que no se pueda
conseguir que todas las personas dispongan de sus viviendas, o que haya unos servicios
públicos decentes y de calidad.
Este
estado de cosas se agrava cuando aparecen situaciones excepcionales como las
pandemias. En nuestro caso, el COVID 19 va a ser aprovechada por las grandes
empresas monopolísticas para recortar nuestros derechos y condiciones de vida y
al mismo tiempo exprimir todos los recursos públicos que hagan posible la
máxima acumulación de capital.
En
el curso de estas crisis, los aparatos estatales y sus gobiernos cometen todo
tipo de tropelías contra las clases trabajadoras que justifican como necesarias
para alcanzar el bien común y beneficiar a toda la sociedad; valga como
ejemplo, la abusiva propaganda sobre las satisfacciones que van a producir el reparto
de los fondos europeos, aunque la UE los condicione a recortes en los servicios
públicos y las pensiones.
Aunque los representantes al frente del Estado pertenezcan a partidos
que se llaman así mismo y se presentan ante la opinión pública como de
izquierdas o de derechas, el objetivo real de sus actuaciones es la
reproducción del sistema de explotación y acumulación capitalista aprobando y/o
manteniendo las leyes que más contribuyan a dar estabilidad al régimen
monárquico o republicano que lo garantice.
La esencia de sus normativas tiene como base, el miedo, el temor,
el pánico. Estos sustantivos convenientemente adornados son los ejes sobre los
que se estructuran las leyes, siendo los elementos más eficaces para evitar la conflictividad
social e impedir que la gente se involucre en acciones y movilizaciones contra
la explotación y la injusticia. Así, la conocida como “ley mordaza” ha
demostrado ser una herramienta muy efectiva a la hora de generar inseguridad y
miedo entre la ciudadanía y al mismo tiempo administrar una sensación de poder
absoluto e impunidad a los diferentes cuerpos policiales.
Los sistemas policiales, con la cobertura del sistema judicial, herederos del y protegidos de toda crítica social con buena dosis
ya demostrada de impunidad, gozan de una autoridad ilimitada que aleja a buena
parte de la población explotada y oprimida de las luchas sociales y laborales puesto
que el menor enfrentamiento con ellos puede acarrear consecuencias penales y
económicas graves.
Las normativas señaladas en nada contribuyen al avance de la
democracia y a la mejora de las condiciones de bienestar de la población. Como
estamos viendo dan paso al miedo y a la inmovilidad, y a la pérdida de referencias
en valores solidarios y humanistas que posibilitan el crecimiento de los
discursos individualistas, xenófobos y racistas.
En la actualidad el gobierno de coalición PSOE-UP “más progresista
de la historia” con sus políticas incapaces de anular residuos normativos antidemocráticos
de épocas pasadas está favoreciendo que se despeje abiertamente el camino para que
la derecha y la extrema derecha penetren en las clases populares, y puedan
tener los dos pies en el gobierno.