lunes, 16 de agosto de 2021

EL PODER DE LA BURGUESÍA EN LAS DEMOCRACIAS BURGUESAS

 

El dominio de la burguesía, como clase dominante en las democracias burguesas, se basa no sólo en el acaparamiento de los medios de producción de bienes y servicios, también en el monopolio sobre la prensa, el dinero, la sanidad, la educación, el ejército, la policía, y en la propagación a nivel popular de una serie de medias verdades, trampas y ficciones que nos hacen ver que somos libres porque entre otras cosas podemos votar en determinados años. El capitalismo no respeta nada, ni siquiera los ámbitos más privados de la intimidad.

La influencia y la dominación de las clases dominantes y las potencias imperialistas no sólo se ejerce sobre “las ideas”, sino también sobre los sentimientos, emociones, valores y vivencias de la cotidianeidad, aparentemente “no políticas” y presuntamente ajenas a los discursos políticos. Se logra a través de películas románticas y de acción, a través de la música, la vestimenta y los gustos personales, inducidos mediante el marketing y toda una ingeniería de propaganda que opera en el campo del inconsciente colectivo, prostituyendo, incluso, los mejores descubrimientos de Freud.

La ideología burguesa nos hace creer que no existen las clases sociales que todo se reduce al individualismo, a las relaciones patrón-obrero, hombre-mujer en la vida cotidiana, como consumidor, como ciudadano o ciudadana y votante cada número determinados de años. Nos hacer ver el poder intocable que recae en el dueño de la propiedad privada de los medios de producción y de los instrumentos de represión.

Las medias verdades están presentes sólo en sus lados buenos, así podemos organizarnos, podemos expresarnos y votar libremente al partido que mejor nos parezca. Los lados malos no se ven, la dependencia del salario y de los suministros básicos, el acceso a la vivienda, lo inaccesible que es el poder estatal, y las dificultades para el logro de bienes colectivos citados: educación, cultura, prensa, etc.

Todo esto determina que las clases explotadas se crean que forman parte de la sociedad en su conjunto, que no existe explotación, opresión, dominación y lo que se dan son desigualdades e injusticias en el plano individual que se pueden resolver por el Estado con reformas y mayorías parlamentarias.

 En definitiva, se trata de que la fuerza de trabajo se vea supeditada, a los medios de producción, a las infraestructuras del capital, y comprendan que si es necesario deban irse al paro o reducirse sus salarios para que todo esto rinda más beneficios al capitalista. Cuando las clases trabajadoras asumen que forman parte del sistema capitalista todo está asegurado, y la democracia burguesa asegura la alienación generalizada.