Consideraciones
y propuestas relacionadas con las campañas agrícolas
Llaman
la atención las recientes declaraciones de algunos dirigentes agrícolas indicando
que no es comprensible que haya tanta escasez de mano de obra en Extremadura para
la realización de ciertas actividades de temporada a pesar del elevado número
de parados como indican las estadísticas. Tampoco entienden que con el elevado
número de jornadas de trabajo que se dan en las diferentes faenas, los obreros/as
agrícolas no puedan presentar 30 peonadas, y además quieran que se eliminen como requisito para acceder a la renta o al subsidio agrario en
períodos de desempleo.
En
síntesis, los representantes de la Organización Agraria dan a entender que los obreros/as
agrícolas extremeños no están interesados en ocuparse en la vendimia o en las
diferentes faenas agrícolas. Lo que se dice no se corresponde con la realidad,
sólo hay que dar una vuelta por los pueblos de Tierra de Barros para
comprobar la disposición y necesidad de empleo para españoles y extranjeros. Otra cosa bien
diferente es que los salarios, las horas de trabajo, los destajos, los
desplazamientos, los tiempos de bocadillo y otras condiciones laborales determinen
que haya trabajadores que no se resignen a aceptar una sobreexplotación laboral
que denigra su dignidad humana y los considera como animales.
De
todos modos, quisiéramos hacer algunas propuestas para estas próximas campañas
agrícolas.
Hay que aumentar la vigilancia en el
campo con más Inspectores de Trabajo.
En estos períodos, especialmente en el de la vendimia, se concentra una
abundante mano de obra foránea en nuestros pueblos viviendo en unas condiciones
de enorme precariedad, en naves y pisos pateras, situación que es aprovechada
por algunos Patronos Agrícolas desalmados para llevar a cabo una
sobreexplotación laboral de esta mano de obra pagando salarios muy por debajo
de lo que marcan los convenios provinciales.
La
presencia en el campo de muchos más Inspectores de Trabajo para vigilar el
cumplimiento de las normativas laborales sería un elemento necesario para
combatir la sobreexplotación laboral que tanto daño hace a la clase trabajadora,
haciendo inútiles los convenios y tirando por los suelos los salarios, y porque la enfrenta y divide, creando brotes de racismo y xenofobia que se
trasladan al conjunto de la sociedad.
Hay que
negociar un nuevo convenio colectivo que recoja con más fuerza que el actual
los intereses de los trabajadores y trabajadoras del campo.
El convenio agrícola tiene una vigencia desde el 1
de enero de 2016 hasta el 31 de Diciembre de 2018. Por tanto, ahora, es un buen
momento para que las Organizaciones Sindicales comiencen a dar los pasos para la
negociación de una nueva normativa que modifique hacia arriba, ampliamente, los
salarios establecidos en el vigente convenio, excesivamente bajos y muy
inferiores a los ingresos que precisa una familia normal para vivir dignamente;
son cantidades que están muy por debajo del umbral de la pobreza.
En 2017 el umbral de pobreza
en España fue de 8.522 € por persona. En el caso del umbral de pobreza
por hogar, compuesto por dos adultos y dos menores de 14 años, era de 17.896 € euros. Los obreros agrícolas eventuales,
extranjeros o españoles, no alcanzan ni mucho menos estos ingresos. Según los
datos de la Red Europea contra la Pobreza y la Exclusión Social, un total de
330.000 personas se encuentra en situación de riesgo de pobreza en Extremadura,
un 35,8% de la población.
El convenio provincial agrícola se firmó en el año
2016 con vigencia de tres años, hasta el 31 de diciembre de 2018, de acuerdo a
la tabla que se acompaña.
Desde el 1 de enero de 2016 se ha producido una
subida importante en la luz, el teléfono, el gas, la gasolina, y en otros
muchos elementos de consumo que han influido muy negativamente en el nivel de
vida en nuestros pueblos. Según los datos estadísticos, la subida del IPC en
Extremadura desde el 1 de enero de 2016 hasta julio de 2018 ha sido del 4,5 %,
mientras que los salarios fijados en los convenios suben globalmente el 1,1%,
es decir suben unos 40 céntimos desde 2016 hasta diciembre de 2018.
El
nivel de los salarios fijados en el convenio agrícola para las diferentes
faenas es una muestra evidente de la relación de fuerzas que existe en
Extremadura entre trabajo y capital; hoy por hoy, muy favorable a los dueños de
los medios de producción, es decir, al Capital. En el estado de cosas actual,
es una obviedad decir que la capacidad reivindicativa para alcanzar mejoras
salariales es muy insuficiente, por lo que un objetivo prioritario del
movimiento obrero debe ser la recuperación de su organización y de la influencia
sindical en el campo que está prácticamente desaparecida. Desde los Campamentos
Dignidad y la Organización en Defensa de lo Público estamos intentando
colaborar en este cometido con mucha voluntad pero con unos medios muy
limitados.
Los
ingresos anuales que proceden de los trabajos eventuales y los subsidios obtenidos
durante el período de desempleo apenas llegan a las familias de los
trabajadores agrícolas para satisfacer sus necesidades básicas del día a día. La
realidad es que para mejorar su nivel de vida y alcanzar un mínimo bienestar
que les permita superar los umbrales de la pobreza se debieran pagar salarios de
100 euros, como mínimo. Las mejoras salariales propiciarían un aumento del
consumo que repercutiría en el conjunto de la sociedad extremeña, y en su
desarrollo económico.
Hay que eliminar de una vez la
justificación de todas las Peonadas. Los trabajadores y trabajadoras agrícolas
tienen que justificar que tienen una serie de jornadas realmente trabajadas
para poder cobrar la renta o subsidio agrario durante el período en el que
están en el desempleo. A estas jornadas reales de trabajo se les llama
vulgarmente “peonadas”. Ciertamente, es una necesidad que el gobierno elimine la
presentación de estas jornadas reales como requisito para acceder a la renta o
al subsidio agrario.
Para los obreros/as agrícolas es difícil
conseguir las peonadas de referencia, y no sólo por la dificultad de encontrar
trabajo sino también porque buen número de patronos no se las quieren firmar.
En definitiva, son muchos trabajadores/as los que tienen que comprarlas para juntar
las necesarias que les permitan cobrar la renta agrícola o al subsidio agrícola,
pagando desde 15 a 20 euros por peonada. Este hecho define un claro elemento de
sumisión del obrero al patrón; es un ingrediente que condiciona de manera muy
importante toda la relación laboral del lado del empleador, de tal manera que en
muchas ocasiones no se piden a los Patronos las peonadas por miedo a que no se les
vuelva a contratar.
En
concreto, para el cobro de la renta agraria se necesitan 35 jornadas reales
como mínimo, en el caso del subsidio agrícola se necesitan 20 jornadas reales
pudiendo suplir las15 restantes con trabajos en el AEPSA. En la medida en la
que se tengan más jornadas de las mínimas se cobra más oscilando desde el 80 %
hasta el 107 % del IPREM. Es decir, desde unos 430 euros hasta unos 576 euros
aproximadamente. Los acogidos al
subsidio agrario cobran 430 euros. Esta renta se cobra un máximo de 180 días
para jóvenes desde los 16 años hasta un máximo de 300 días para personas
mayores de 52 años. En general, el número máximo de
días que se percibirán al mes se calcula restando a 30 el número de días
trabajados o percibidos de prestación por incapacidad temporal, maternidad o
paternidad.
Hay que perseguir el fraude a la
Seguridad Social. Las
organizaciones agrarias conocen perfectamente el “fraude consentido” o “legal” que
se puede dar en las cotizaciones sociales a la seguridad social. El
procedimiento establecido para que los Patronos den de alta y baja a los
obreros/as agrícolas es tan flexible que quienes quieran defraudar puedan
hacerlo fácilmente. El mecanismo permite que el patrón puede comunicar la baja
en la seguridad social en un plazo de 6 días desde que se dejó de trabajar.
La sobreexplotación laboral en el
campo está presente en muchas faenas agrícolas; por mencionar algunas de ellas podemos referirnos a
las relacionadas con los ajos; aquí no se cumplen convenios, el destajo
predomina en toda la labor, pagándose el kilo de ajo embolsado a unos céntimos con lo que durante más de 8 horas de
trabajo no se alcanza a cobrar unos 30 euros Y todo esto, teniendo a los
trabajadores “de prueba” unas semanas, sin alta en la seguridad social. Y si
esto ocurre entorno a los ajos, no dejemos de lado lo que ocurre en algunas
fincas en las que se trabaja con gallinas, esto lo dejaremos para otro día,
pero aquí las relaciones laborales son las del siglo XIX como tiempo más
próximo.