lunes, 8 de junio de 2020

Agotamiento del régimen palaciego. Asalto a la Moncloa y rechazo a la Zarzuela


Cuando se cumplen dos años de la presidencia de Pedro Sánchez, y ciento veintisiete días de pandemia, la crisis del régimen monárquico ha tomado un nuevo curso, en el que no sólo se aceleran todos los procesos de crisis y descomposición; poniendo al descubierto el agotamiento generalizado de sus instituciones y leyes (lo que ya se expresó durante el proceso republicano catalán); situación que ahora se reconcentra sobre los principales centros de poder político. La crisis de agotamiento se concentra en la Zarzuela y la Moncloa.

El coronavirus y la crisis social desatada con la pandemia elevan todos los parámetros de destrucción económica multiplicando la indefensión e incertidumbre mayoritaria, pese a las tímidas medidas tomadas por el gobierno tratando de aplazar los pagos de los alquileres y los suministros principales de las familias. La misma prolongación de los ERTE, que la patronal pretende prolongar hasta final de año; la tardía aprobación de la renta para trabajadores sin ingresos -que ha resultado más mínima que vital-; a lo que se suma la aparición de los primeros anuncios de despidos masivos en la mayoría de los sectores, encabezados por Nissan y Alcor, pero seguido por cientos de empresas con muchos miles de despidos más. Lo que, en suma, está generado un tremendo desconcierto político y poniendo la indignación social a disposición de la más amplia movilización general.

Son muchos los especialistas que aseguran que esta crisis “no es comparable a nada que haya vivido nadie”, considerando que, antes de que comenzara el parón del coronavirus, las cosas ya estaban muy mal en el terreno económico, y que la cuarentena establecida y prolongada se ha utilizado como momento propicio para urdir una regresión en todos los terrenos, incluida la fuga de capitales. Se anuncia, por ello, en los altos niveles de la administración, el próximo rescate por la Troika de la economía española (con lo que se quiere designar el mal rumbo de las mayores empresas), de una economía de privilegios y amiguitos incapaz de salir de la senda de la parálisis y la deuda, con el único diferencial de una legislación del trabajo muy ventajosa para la explotación patronal.  

Y este es un contexto muy propicio para todo tipo de confrontaciones políticas, que ahora se concentran en la ruptura de los consensos que hacen posible la continuidad. A ello apunta en primer lugar el plan de “asalto a la Moncloa a través del Covid-8-M-2020”, desvelado por muchos comentaristas políticos, y sintetizado en un largo artículo por Ignacio Trillo, en su carta abierta a la Sra. Juez del caso 607/2020, que relata el curso seguido por la denuncia de un particular por la manifestación del 8-M, dirigida contra el presidente del Gobierno, el ministro de Sanidad y el delegado del Gobierno en Madrid. Sin informe previo de la Fiscalía, y no atendiendo a la paralización de actuaciones a consecuencia del estado de alarma, se ponen por la juez en marcha las diligencias con la oposición de la Abogacía del Estado, que califica el procedimiento de “causa general contra el Gobierno”. 

Un procedimiento sin pies ni cabeza, que se instruye como si los jueces no estuviesen sujetos a la ley. En la investigación encargada a la Guardia Civil se cometen todo tipo de errores de bulto, y ciertos medios de prensa vinculados a la derecha más franquista hacen públicas acusaciones sin fundamento, lo que da lugar a la sustitución del comandante del puesto de Madrid por negarse a informar del asunto a sus superiores. Lo que da pie a una campaña política de la derecha franquista de asalto a la Moncloa, de golpe contra el gobierno, exigiendo la dimisión del ministro del interior, mediante la cual ponen también precio a Sánchez y su gobierno de coalición.

Este intento de asalto a la Moncloa coincide en el momento político con el movimiento público de la Jefatura del Estado tratando de quitarse de encima las acusaciones de corrupción continuada contra la dinastía de los Borbones, que se siguen judicialmente en Inglaterra y Suiza y que cuestionan de raíz el poder que detenta la Casa Real española. Lo cual ha llevado a Felipe VI a realizar el gesto de repudio de su padre, renunciando, por ello, a su herencia y la de su hija, cuando es Jefe de Estado por esa misma herencia. Mientras tanto, su padre se mantiene oculto en el palacio de la Zarzuela, pero parece ser que preparando su exilio dorado en la República Dominicana.

La opinión pública, pese a las constantes acciones de blanqueo de los principales medios de comunicación, y del silencio -cuando no de la complicidad- de los partidos oficiales, se siente muy agredida en sus derechos y aspiraciones con la información, aún parcial, sobre la corrupción sistémica de la Casa Real y Jefatura del Estado en medio de la austeridad y la pandemia. Como ejemplo de la indignación social que se ha multiplicado sobre la monarquía, como principal institución del Estado según la herencia franquista,  hay que resaltar el hecho de que, habiéndose concedido el Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2020 a los sanitarios que están seriamente perjudicados por su labor profesional contra el coronavirus, por la falta de presupuestos, instalaciones, personal y medios necesarios, se conoce la existencia de un movimiento de rechazo de dicho premio. Además, los sanitarios que lo rechazan piden públicamente a los reyes que devuelvan “lo robado”. Después de muchos años aparece en nuestra sociedad un rechazo abierto y público a la monarquía.

Hasta ahora, y pese a los reiterados intentos de diversos grupos parlamentarios de que se constituya en las Cortes Generales una Comisión de Investigación sobre los acontecimientos y denuncias presentadas -cuyos jueces y fiscales han pedido la colaboración de la justicia y de las autoridades españolas en general-, ha sido la cúpula del PSOE, y en definitiva el gobierno, el que hasta ahora ha impedido que se pueda arrojar algo de luz sobre los graves delitos de que se acusa a la máxima institución de la “democracia española”. Y ello en el terreno internacional, ya que los juzgados españoles nunca han admitido las denuncias presentadas por diversos delitos presuntamente cometidos por titulares de la Casa Real.

La crisis política española aún no ha conocido la irrupción de la movilización social, que sería determinante para dar salida democrática y social a la situación, a diferencia de lo que está sucediendo desde hace una semana en los Estados Unidos. El asesinato por la policía de un ciudadano afronorteamericano ha sido la gota que ha desbordado el vaso de la indignación social, incendiado la mayoría de los estados con grandes movilizaciones, como no se conocían desde el asesinato de Luter King.

Nuestro apoyo a la lucha del pueblo norteamericano contra el supremacismo blanco y contra las formas de represión y esclavitud expresadas contra la población negra por el gobierno de Trump debe llevarnos a participar en las primeras movilizaciones saliendo de la cuarentena. La revuelta popular contra el “trumpismo” coincide con los estragos de la pandemia sobre los sectores más explotados y oprimidos de la sociedad sin derecho a sanidad pública, que suman 140 millones, que se ha cobrado la muerte de más de 100.000 personas y creado más de 40 millones de parados, mientras que las cuentas de los millonarios han crecido en $434 mil millones

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