domingo, 25 de febrero de 2024

Opinión Política de UED- PSLF: El Reformismo y los Agricultores

 


La historia de las luchas de los pueblos y la dinámica de avances y retrocesos de las clases sociales reflejan el papel político de los gobiernos, socialdemócratas o conservadores. En nuestro caso, el reformismo en el poder siempre ha sabido detener y normalizar mejor que nadie los avances de las clases explotadas y oprimidas. Por eso, en esta coyuntura, el movimiento campesino tiene que andar con pies de plomo y no confiar en absoluto las promesas del ministro reformista Planas.

Las propuestas del ministro de agricultura convencen poco a los agricultores. El ministro Planas, ha anunciado planes de apoyo y otras medidas que por lo pronto son solo palabras; no valen nada hasta que las aprueben sus jefes político en la Comisión Europea, que además, deben recibir  el visto bueno de los amos del cortijo, es decir de quienes manipulan y manejan verdaderamente el negocio agrícola, en sus facetas industrial y comercial, es decir, las multinacionales, los fondos de inversión y las grandes superficies y empresas de distribución que son las que ejercen el poder político y económico sin participar en las elecciones, sin discusión ni debate.

El ministro Planas no se va a mover fuera de los planteamientos políticos y económicos de la UE que en este período histórico juzgan prioritario acabar con las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas, eliminar la soberanía alimentaria de los pueblos y dejar el terreno libre para que penetren, apropiándose de tierras y producciones las grandes explotaciones agrarias, los grandes fondos de inversión y las multinacionales que producen y venden las materias primas que necesita el campo.

Uno de los mecanismos con los que maniobra la UE es la aplicación de la agenda 2030; otros, son los acuerdos comerciales con terceros países y entidades supranacionales. En este orden de cosas, hay que encajar el viaje del presidente del gobierno a Marruecos para tranquilizar a la monarquía alauita ante las protestas de los agricultores españoles. Entre los acuerdos anunciados por la prensa, se concederá luz verde al canje de licencias de conducir de ciudadanos marroquíes para transportes de mercancías y viajeros sin que tengan que someterse a ningún tipo de examen en España.

En cuanto a la Agenda 2030, presentada como instrumento para frenar el cambio climático, como barrera a la eliminación de la biodiversidad y en general, herramienta para evitar la destrucción de la naturaleza. Todas estas ideas quedan desmanteladas por las propias necesidades del sistema de producción capitalista. La ganancia, el beneficio, como motor necesario para su reproducción es el ingrediente que rompe todos los reglamentos y leyes escritas, todas las normas que en este sentido conservacionista han aprobado parlamentos, congresos y gobiernos. La tasa de ganancia se impone como imperiosa supervivencia material que no se detiene ante la destrucción de las fuerzas productivas, destruyendo la naturaleza y la vida humana.

Hay quienes se empeñan en considerar la movilización y lucha de los agricultores como una tendencia a acrecentar un proyecto al servicio de los poderes políticos y económicos más conservadores y carcas. Sin embargo, sin descartar núcleos minoritarios con ese tipo de propósitos, consideramos que el conjunto global de las movilizaciones que están ocurriendo son una reacción ante el intento de acabar no sólo con cierto tipo de explotaciones agrarias y ganaderas, sino que también, dar un golpe para ir finiquitando el mundo rural; los recortes previstos por Europa se materializan por el aparato estatal y  regional en la reducción de los presupuestos destinados a los servicios públicos, en carreteras, colegios, centros sanitarios y en otras infraestructuras físicas. Lo que se produce en el mundo rural puede venir perfectamente de fuera y más barato. La burguesía española y europea no necesita al mundo rural sólo le acarrea gastos extraordinarios que se quiere ahorrar. Para este fin trabajan los aparatos estatales y regionales,  unos por acción y otra por omisión contribuyen al vaciamiento demográfico de nuestros pueblos; son buenos servidores de ricachones apoltronados en los sillones de los consejos de administración de las entidades financieras, de las empresas energéticas, y de otras corporaciones transnacionales.

  

 

 

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