El
ministro Planas no convence a los agricultores, los problemas siguen sin soluciones, exactamente no se han movido un ápice del punto inicial de las recientes reivindicaciones. La palabra decisiva la tiene Europa y ahí son los grandes
fondos de inversión y las grandes cadenas distribuidoras las que deciden. La
política del gobierno de España es la de dividir a las organizaciones agrarias y diluir las movilizaciones
de los agricultores esperando que se cansen y vuelvan nuevamente a la rutina de la pasividad y el conformismo. Sin embargo, la lucha de los agricultores no puede parar, las poblaciones tenemos que seguir
apoyando unas movilizaciones que tienen una influencia fundamental en el futuro desarrollo y mantenimiento de la agricultura, en el precio de la cesta de la compra, en nuestra soberanía alimentaria sin dependencias externas y en general, en la supervivencia del mundo rural.
Los
problemas que tienen los agricultores derivan de las políticas de la Unión
Europea. La Unión Europea, desde sus inicios en el Tratado de Roma en 1957 con
la constitución de la Comunidad Económica Europea y posteriormente, con la
creación de la PAC en 1962, está demostrando ser una herramienta pensada, para organizar
y satisfacer los intereses de las grandes corporaciones transnacionales y las
grandes cadenas distribuidoras. La tendencia general a la que conducen y
facilitan las políticas gubernamentales en el mundo de la agricultura es la
concentración y centralización de la tierra. En unas ocasiones a pasos lentos y
en otras con mayor rapidez, pero siempre en la misma dirección y sentido, con
la necesidad para conseguir el objetivo principal de la concentración la necesaria
liquidación de las pequeñas y medianas explotaciones agrícolas y ganaderas.
Las
cuestiones estructurales que golpean a los agricultores se asientan en varios pilares
de todos conocidos, aún por los más profanos en la materia. Así, el punto más
importante son los acuerdos comerciales con terceros países y entidades supranacionales
impulsados por los países del Norte que necesitan competir en los mercados
internacionales. La garantía competencial obliga a la venta de sus productos
industriales, para lo que necesitan bajos costes de producción que vienen
determinados por los salarios, que a su vez dependen de los precios de los alimentos.
Otra
cuestión fundamental es la distribución de los fondos de la PAC de la que son
beneficiarios grandes cadenas de supermercados como Mercadona, Lidl y entidades
como Telefónica, y entidades religiosas que también aprovechan los conceptos
que establecidos en los Planes de Desarrollo Rural permiten la obtención de
ayudas millonarias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario